Esta es la Les Paul standard que mencioné en algún post anterior. La marca es Epiphone. Es la hija adoptiva de la Les Paul standard de Gibson, ya que pertenece a la misma compañía. Por experiencia propia y cosas que he leído, hay muy poca diferencia en cuanto al sonido de una Gibson y una Epiphone (en lo que al modelo Les Paul, se refiere). Obviamente en la manufactura y los materiales puede que si se encuentre un rango amplio de diferencia (la Gibson utiliza mariposas de oro en algunos modelos, por ejemplo, y los tipos de madera suelen variar también).
En alguna ocasión tuve el chance de tocar una Gibson Les Paul, y al experimentar con mi guitarra quedé verdaderamente satisfecho. También para el nivel que alcanzo tocando este instrumento, creo que está muy bien, por el momento.
Por ahora solo la conecto a través del SD-1 (Super Overdrive) de BOSS, da un sonido más classic rock (onda Led Zep). En ocasiones la paso por la Mackie (para ecualizar), pero por lo general la tengo en un Crown D-75, a un par de bocinas Gradiente y unas Control 25 de JBL. Eso es en lo que llega el Marshall. Suena bien.
Esta es su compañera de riffs y licks, pero acústica. Una Yamaha (no recuerdo el modelo). Fue un regalo del mi compa Louis (el canadiense). Después de dejarme su guitarra a cuidar tanto tiempo en Mazatlán, se decidió ya por dármela. Con esa fue con la que aprendí lo que ahora sé.
Tiene buen sonido también. Son buenas guitarras para alguien que prefiere alusinarse sacando y tocacando sus rolas preferidas en cuerdas de acero que en el plástico botonero del Guitar Hero.
Estoy ante la indesición si optar por ir adquieriendo más stompboxes poco a poco de diferentes marcas o una multiefectos de BOSS. De ser multiefectos quizás escoja la GT-8. De irme por más pedales independientes, la mira está 1o sobre el "Llora Nena", de Dunlop (Cry Baby, la versión clásica). Aunque también el Real McCoy 1 me llama la atención, creo que es un poco más barato que el Cry Baby. Como última opción (no menos importante en sonido, pero me agrada un poco menos) sería el classic wha de Morley.
Hace un momento, justo cuando me disponía a postear cualquier otra cosa en este blog, me buscó por messenger un viejo amigo de la universidad: Víctor Higadera, comunicólogo, pintor y un apasionado del cine, con el que también tuve la oportunidad de trabajar en una casa editorial en el 2004, en Mazatlán.
Me dió la triste noticia de que el domingo 11 de octubre de este año, después de varios días con complicaciones de salud, falleció Ruy Alfonso Franco.
Ruy, fue profesor en la carrera de Ciencias de la Comunicación, en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Comunicólogo y total cinéfilo, como él mismo gustaba nombrarse. Fue mi maestro de redacción al inicio de la generación a la que pertenecí (1996-2001). Posteriormente, casi al final de la carrera, tomé clase con él de sociología del cine y taller de cine. Sin duda fue la etapa en la que más aprendí de él y la que más marcado me dejó e influyó significativamente en lo que a este último tópico se refiere.
En sus clases conocí los trabajos de Sergei Eisenstein, Andréi Tarkovsky, Luis Buñuel, Akira Kurosawa, Fritz Lang, Nagisa Oshima, Ettore Scola, Peter Greenaway (de mis favoritos), Ingmar Bergman; y apreciar (con un criterio distitnto) filmes de Pedro Almodóvar, Roman Polanski, Martin Scorsese, Alfred Hitchcock y Wim Wenders.
Justo un año antes de terminar la escuela, en el 2000, tuve el chance de participar en el primer largometraje que dirigió Ruy, en Mazatlán, bajo el nombre de 'Los Clavos de Cristo'. El guión fue de otro profesor de la facultad, José Luis Franco, y junto con otros compañeros de la Universidad -algunos ya egresados, como Víctor Higadera, quien fue Director de Fotografía- se realizó todo el trabajo de preproducción, filmación (en digital), y la post producción. Fue en este último proceso donde pude poner un granito de arena a este trabajo, especificamente en la edición, producción y mezcla de todo el audio de la película.
Fue algo rudo y cansado, principalmente porque yo en ese entonces, comenzaba apenas a dominar las técnicas de producción de sonido, pero encausadas a la radio. Nunca había hecho nada parecido al diseño de audio para cine. Al final me dí cuenta que era muy parecido aunque con distintos enfoques. El resultado fue muy grato al final, considerando mi experiencia y los elementos con los que se contaron para la producción y post producción de la cinta, en ese entonces. Al parecer, el director y el resto de la producción quedó satisfecha y contenta con el trabajo realizado.
Cualquier cosa más que pueda decir ahora, sale sobrando.