sábado, octubre 28, 2006

Milky's...


Maravillas como ésta en:
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viernes, octubre 27, 2006

De Héctor Mendieta y Vega; libro 'Juegos Solitarios'

Si ya no escribes cartas de amor

A Marianne, que se empeña
en prolongarme la biblioteca.
Porque algún día
reciba cartas de amor.

Mata-cursis abstenerse.


El anuncio apareció un domingo en la sección de avisos personales del Diario de la Nación. Al papá de Lili le hizo mucha gracia y se lo mostró a todos al mediodía, después del futbol, mientras esperaban la pizza de peperonni. Fue tema de conversación durante un rato, pero para cuando el rumor de la motocicleta del repartidor de Domino’s se extinguió, ya nadie se acordaba del asunto. Solo Lili.

Después de comer, mientras mamá se encargaba de los platos sucios, papá del resumen semanal de los partidos que había visto durante la semana, y el hermano mayor se escapaba a la calle con cualquier pretexto, Lili rescató la página del periódico del cesto de la basura para mirar el anuncio con más cuidado. Una vez en su habitación, lo recortó. Esa noche mientras esperaba el sueño, una sola idea revoloteaba por os cielos de su habitación, ¿cómo será una carta de amor?

CARTA f. Escrito de carácter privado que una persona envía a otra, generalmente en sobre cerrado.* Cada uno de los naipes de la baraja.* Constitución escrita de un Estado.* Mapa geográfico.* Lista de manjares y bebidas que se pueden tomar en un restaurante o lugar análogo.

AMOR m. Afecto por el cual busca el ánimo el bien verdadero o imaginado, y apetece gozarlo.* Pasión que atrae un sexo hacia el otro.* Blandura, suavidad.* Persona amada.* Esmero con que se trabaja una obra deleitándose con ella.* Voluntad, consentimiento.* Relaciones amorosas.* Objeto de cariño especial para alguno.

Según el Diccionario de la lengua abreviada que decoraba el estudio de la casa, una carta de amor sería una combinación de tales definiciones. Por supuesto, Lili no sacó nada en claro de aquel palabrerío. Ni pensar en preguntarle a alguien de su casa, seguramente se le reirían en la cara.
La última casa del callejón. Una campana ennegrecida por los años y la lluvia. Sobre el umbral, el número dieciocho. Lili no podía creer que estuviera allí. Era la primera vez que mentía para salir de casa. –A estudiar a casa de Alejandra– había dicho a mamá, que asintió con la cabeza sin dejar de mirar la pantalla desde la que seguía las peripecias de cualquier Guadalupe sufrida y abnegada. En la esquina de su casa preguntó a un policía por la dirección y el autobús indicado para el caso. Con el recorte de periódico apretado entre los dedos, Lili subió a un transporte urbano por primera vez en su vida. Nunca antes había ido sola de su colonia. La utilizada Alejandra vivía a sólo dos calles, cruzando el parque de los sauces, y Lili no sabía si era el pedacito de periódico en su mano o la extraña inquietud que la invadía lo que la llenaba de valor para aquella aventura. La más grande aventura de sus –casi– catorce años.
El canto de la campana invadió el callejón entero, haciendo que algunas arañas somnolientas se asomaran por los muchos huecos de las paredes, Lili tuvo miedo de que alguien más saliera a cualquiera de las otras puertas que daban a la calle. Tal cosa no iba a ocurrir como no había ocurrido en bastantes años, pero eso, por supuesto, Lili no lo sabía. Antes de que las arañas pudieran volver a la siesta, Lili escuchó unos pasos que se anunciaban detrás de la puerta. Después escuchó los típicos ruidos que preceden al abrirse de una puerta y apenas resistió las ganas de irse corriendo y olvidarse de todo el asunto de las cartas y del amor y llegar a su casa para ver el final de Alcanzar un estrella. Afortunadamente para este cuento, la puerta fue más rápida y Lili no alcanzó más que a quedarse parada donde estaba, mientras aparecía ante su vista el autor de los ruidos y dueño de los pasos, la puerta, el número dieciocho del callejón Mina y el anunciado secreto de las cartas y el amor.
Quien apareció era un viejito, como todos los abuelitos con rostro bondadoso que aparecen en los cuentos, pero también era como todos los que se ponen gabardina aunque no llueva y se sientan en los parques a ofrecerles dulces a los niños, según le había contado su mamá cuando tuvo edad para ir sola por el parque –no la mamá, sino Lili por supuesto– Lili pensó estas y otras cosas; como que si los viejos que les ofrecen dulces a los niños en los parques tendrían nietos y si algún abuelito de cuento le habría dado ofrecido dulces a algún niño de cuento. Lili pensó que estaba pensando el tipo de cosas cuando se está nervioso. Estaba a punto de preguntarse si habría motivo para estar nerviosa cuando el anciano le dio las buenas tardes y dijo algo de que la había estado esperando, mientras intentaba mirarla desde detrás de unos anteojos cuyos cristales no se atrevían a ser transparentes. El viejo se quitó los anteojos despacio para limpiarlos vanamente con el faldón de su camisa –y no de su gabardina, para alivio de Lili– en un acto que pareció más costumbre que otra cosa y que sirvió para que Lili pudiera mirarle los ojos por vez primera.

No hubo que decir mucho, el recorte de periódico fue su tarjeta de presentación. El viejo, que a partir de entonces dejó de serlo para ser don Luis, se presentó y la invitó a pasar con un gesto que casi acabó por desvanecer las dudas de Lili.
Nada era como lo había esperado. La casa no era por dentro tan vieja como por fuera, los muebles no eran nuevos, pero tampoco viejos. Lili husmeaba por todas partes, por si veía por ahí alguna gabardina o alguna cantidad de dulces que pareciera sospechosa, pero no había nada de eso, si acaso un abrigo en un gancho junto a la puerta y medio turrón en la mesa de comedor, pero Lili decidió que eso no era suficiente para seguir desconfiando. Se sentaron uno de cada lado de un escritorio muy grande, que no lo parecía tanto por la cantidad de libros y demás papeles que lo llenaban.

–¿Así que quieres escribir cartas de amor?
Lili asintió con la cabeza, pero no se atrevió a confesarle que ni siquiera estaba segura de lo que era el amor o para qué serviría. Pero sí le contó del soplo de viento que la atravesaba de pecho a espalda y de vuelta cada que un jinete de larga y ensortijada cabellera cruzaba frente a su ventana en un pegaso de aluminio y herraduras de caucho y magnesio; de las tiernas romanzas de trash metal que le llegaban desde el castillo vecino; de las sacudidas que la recorrían de pies a cabeza y de ida y vuelta cuando el caballero de negra y azul deslavada armadura le saludaba agitando su yelmo de la orden de los Bulls desde su balcón colgado allá, detrás del foso en cuyo asfalto turbulento nadaban reptiles de dos, cuatro y hasta cinco puertas.
Lili se preguntó y preguntó si una de esas cartas le ayudaría a salvar la distancia que se extendía desde aquel balcón suyo; si le ayudaría a hacerse oír por encima del estruendo de las pistolas y las rosas y la balada interminable del Nintendo; si una de esas cartas le ayudaría a hacerse visible entre el humo de los primeros y furtivos cigarrillos y entre las cicatrices más y menos recientes y profundas de la peste del siglo: el acné.

Don Luis, que había dejado de ser viejo muchos minutos atrás, le aseguró con toda seriedad que una carta de amor lo puede todo, que las cartas de amor son el principio y el final de la literatura. Que una carta de amor le hace trampa a la distancia, al tiempo y hasta al olvido, que hay un vínculo tan innegable como inexplicable entre el instante en que alguien escribe una carta y aquel en el que otro alguien la lee, no importa que entre ellos medren horas, días, años o siglos. No importa si jamás se vieron, si jamás compartieron cielos o minutos. Cada vez que los ojos de alguien recorren esos renglones, la mano temblorosa de un enamorado vuelve a correr sobre el papel, apenas una palabra, una letra adelante. Que las cartas de amor son cosas de solitarios. Y que los solitarios son quienes mejor entienden de esas cosas.
Que los otros siempre están demasiado ocupados para escribir nada de lo que después hayan de arrepentirse. Que evitan dejar huellas. Que se avergüenzan de los amores idos. Que no les basta que ningún amor les sea fiel si no les es también eterno. Que no logran nunca encontrar el hilo que enhebra los sueños, los grandes y los chicos, los largos y los breves. Que dejan sus palabras a merced del teléfono. Que no atesoran rostros ni besos ni poemas. Que su memoria lo borra todo, hasta lo que nunca fueron. Que sólo los solitarios son inmortales. Que sólo ellos pueden renacer de las astillas de cada sueño roto. Que van dibujando su rastro de rosas secas entre las páginas de los libros, de versos en servilletas de papel, de nombres tatuados en la piel de los árboles. Que en cada carta de amor se reescribe uno mismo, para confirmar su sentencia de vida y renovar su contrato de vulnerabilidad ante las cosas intangibles y siempre algo incomprensibles e inevitables. Que las promesas más honestas, las lágrimas más tibias, los te quiero más sentidos y hasta las cenizas se las lleva el viento. Que solo las cartas de amor conservan lo que fuimos, lo que vimos, lo que amamos, lo que dijimos y en lo que creímos. Que una carta de amor es la más grande e irrefutable prueba de los milagrosos hallazgos de agujas en los pajares de la vida y de los tiempos.
Ésa fue la única lección. Pero Lili volverá muchas veces al callejón antes de que una carta regrese de allí sin abrir. El caballero de la negra y azul armadura acabará por cruzar el foso, herido moralmente en el pecho a golpes de tinta y papel. Se quedará casi un invierno. Pero habrá otros caballeros y otras Lilis y otras cartas. Y todos vivirán felices para siempre, entre hojas perfumadas y sobres, entre libros y cajones, besando estampillas o esperando a escuchar siempre la dulce melodía del silbato de un cartero.

Libro: Juegos Solitarios
Autor: Mendieta y Vega, Héctor
Págs. de la 46 a la 53
Ed. DIFOCUR
Culiacán, Sinaloa, México

1994
http://sic.conaculta.gob.mx/ficha.php?estado_Id=25&municipio_Id=6&target=&table=fondo_editorial&count=&table_Id=956

martes, octubre 24, 2006

'Con mucha Madre... loba'

WOLFMOTHER

jueves, octubre 19, 2006

Recomendables

Entre tanta nueva música y dado que en un porcentaje alto, las bandas de rock recientes suenan a lo mismo, bien vale la pena tomarse algunas horas a la semana para encontrar las propuestas más sobresalientes, y así, rescatar dentro del montón las que merecen la pena ser escuchadas con atención. Echen un vistazo, a ver si ya tienen en la mira algunas de ellas:

-50 Foot Wave
-Adult
-Animal Collective
-Artic Monkeys
-Band Of Horses
-Bloc Party
-Boards Of Canada
-Broadcast
-Caloifone
-Cansei de Ser Sexy
-Carina Round
-Cat Power
-Cibelle
-Clair Voyant
-Clap Your Hands Say Yeah!
-Clinic
-Clor
-Damien Rice
-Daughter Darling
-Deerhoof
-Devendra Banhart
-El Perro del Mar
-Elefant
-Franz Ferdinand
-Gorky's Zygotic Myngi
-Grizzly Bear
-Howling Bells
-I Love You But I've Chosen Darkness
-Interpol
-Jet
-John Parish
-Kaiser Chiefs
-Kasabian
-Love Is All
-M83
-Magic Numbers
-Mates Of State
-Matthew Herbert
-Mercury Rev
-Metric
-Mew
-Midlake
-Mogwai
-Mum
-My Morning Jacket
-Pelican -Art Brut
-Secret Machines
-She Wants Revenge
-Sia
-Tapes N' Tapes
-The Blood Brothers
-The Boy Least Likely To
-The Delays
-The Desdren Dolls
-The Editors
-The Fiery Furnaces
-The Killers
-The Octopus Project
-The Pipettes
-The Ranconteurs
-The Raveonettes
-The Strokes
-TV On The Radio
-Tweaker
-VHS or BETA

-Wolfmother
-Yeah Yeah Yeahs

'¡¡¡Ay wey, qué susto!!!'


This diagram appeared in the 6/10/02 issue of Time Magazine

Las cosas caen por su propio peso...


Una amiga me hizo llegar este sitio bastante divertido (reírse de las fallas de los demás o su falta de talento, desgraciadamente, siempre causa un cierto grado de placer, eso, siempre y cuando no sea uno el objeto de burla...).

Se trata de un tipo que tuvo a bien publicar las coincidencias (extremas) entre los rockeritos mexicanos del grupo Panda y los gringos afamados de la banda My Chemical Romance.

Tanto así como tomar a My Chemical Romance como punto de referencia para hacer música, no es la gran cosa tampoco, lo cual deja ver aún más la falta de creatividad que existe en los Pandas (el grupo, los osos suelen mostrar mayor creatividad; por lo menos Towi de el zoológico de Chapultepec, así lo demostró en los 80's al girar su cuerpo sobre el pasto de su jaula, bajo la orden de 'rueda Towi').

Ni a cual irle...

Este es el enlace: http://www.geocities.com/anti_pxndx/